Ayer
tuve la oportunidad de ver alguna imagen y escuchar en diferido lo que sucedió
en las votaciones para la elección de los miembros de la Mesa del Parlamento de
Andalucía, en la sesión constitutiva de la X Legislatura.
Al
margen del bochornoso espectáculo que ofreció la "Mesa de edad",
especialmente su presidente, Luis Pizarro (PSOE-A), tuvimos que sufrir dos
muertes: por un lado, la de la democracia, que estaba enferma terminal hasta
ayer; por otro lado, la de la Ley, la del Estado de Derecho, que estaba aún
peor.
Encontrar
alguna diferencia entre Maduro, el presidente venezolano, y Luis Pizarro,
exceptuando el bigote, el acento y el chándal, se ha convertido en una tarea
muy compleja, visto lo que ocurrió ayer. Que un diputado adopte arbitrariamente
una decisión, es decir, por capricho, en contra de lo decidido por toda la
Cámara (sus 109 diputados), sustituyendo su voluntad, es extremadamente
grave. Pero que sólo dos diputados del PP se opusieran e intentaran explicarle
al diputado Pizarro la barbaridad que estaba cometiendo, me parece tan grave
como lo anterior. Aunque esos dos diputados, hay que reconocerlo, lo hacían en
nombre del partido del PP.