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Existieron presiones de altos cargos del PSOE en
1994 para tramitar urgentemente el Proyecto y Estudio de Impacto Ambiental del
Proyecto de explotación minera “Los Frailes”, que acabó con la rotura de la
balsa en 1998.
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Tanto el Gobierno socialista de la nación como el de
Andalucía se habían comprometido a conceder a la empresa promotora “Boliden
Apirsa” numerosas ayudas para la explotación minera, y necesitaba una
Declaración de Impacto Ambiental favorable.
El 25 de abril de 1998 la recordaremos como la fecha
del mayor desastre ecológico ocurrido en Andalucía, y uno de los más graves de
Europa: la rotura de la balsa de residuos mineros de la mina de Aznalcóllar,
que dio lugar al vertido tóxico en el río Guadiamar.
Hoy les traigo a estas páginas lo que no había sido
revelado hasta ahora, y que ocurrió unos años antes, durante la tramitación a
finales del año 1994 del procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental
–E.I.A.- del Proyecto de Explotación del yacimiento “Los Frailes”
(Aznalcóllar), y que tres años después desembocó en el citado desastre.
Con este artículo evocaré un episodio trágico que me
tocó vivir con el que fue mi gran amigo y compañero, Rafael T.F. -en adelante,
Rafael-, que perdió la vida a los 49 años de edad durante las actuaciones que a
continuación relataré, y que muestran una de las caras más depravadas del
Régimen que padecemos los andaluces desde que el PSOE-A gobierna en Andalucía.
Si les soy sincero, me siento desconsolado recordando y escribiendo esta
terrible historia que lamentablemente padecí.
Si después de leer este artículo, alguien es capaz
de pensar que el PSOE puede mejorar la situación ruinosa de Andalucía, y no me
refiero sólo al aspecto económico, es obvio que no es más que un cómplice o
partícipe del Régimen, de sus maldades y de sus crueles conductas. Observen la
palabra que he usado, maldad, que era un término desconocido para mí hasta ese
fatídico momento.
Antes de empezar, les señalaré un dato: si observan
ustedes toda la información que la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia
y Empleo ha colgado en la web sobre la Mina de Aznalcóllar, en el Portal
Andaluz de la Minería, en el apartado de "Documentos de
interés" sólo aparecen el Proyecto de Explotación (por cierto, sin
identificación ni firma del técnico), Planos y varios Planes de Labores. Sin
embargo, no aparece el Estudio de Impacto Ambiental, que debe constar en el
expediente, ni ninguno de los documentos que formaron parte del procedimiento
de Evaluación de Impacto Ambiental, del que hablaré a continuación. ¿Por qué no
se han publicado?
Si leen con detalle lo que a continuación les
relataré, quizá encuentren alguna de las explicaciones posibles, y quizá
también encuentren una explicación de cómo un procedimiento administrativo mal
tramitado podría desembocar en una catástrofe. Para entender ligeramente lo que
voy a narrarles, es necesario que les describa algunos de los antecedentes y
hechos que integran el contexto de lo que ocurrió durante aquellas fechas.
A finales del año 1994, me encontraba trabajando
como asesor técnico en un puesto base, en el Departamento de Impacto Ambiental
de la Delegación Provincial de Sevilla de la Consejería de Medio Ambiente
(antes Agencia de Medio Ambiente). Desde el año 1990, en el que ingresé en la
Administración de la Junta de Andalucía tras trabajar casi dos años en una
multinacional alemana, era el único funcionario de la Delegación que tramitaba
los procedimientos de E.I.A. de muy variados proyectos. El citado Departamento
lo dirigía en esos años Rafael, Ingeniero Industrial y funcionario de carrera,
que había sido trasferido unos años antes a la Junta de Andalucía desde la
Administración del Estado, donde desempeñó su labor muchos años. De él aprendí
parte de lo que hoy integran mis conocimientos profesionales. Nunca olvidaré su
considerado trato, tanto en las relaciones personales como en las laborales,
así como nuestros intensos debates de índole técnico respecto a los proyectos
que tramitábamos. Era una persona honesta, rigurosa en lo profesional y siempre
dispuesto a colaborar.
Así surgió mi amistad con Rafael, con el que
trabajaba día a día en una materia de poco recorrido en España, como era la Evaluación
de Impacto Ambiental. Téngase en cuenta que con motivo del ingreso de
España en la UE, se transpuso la Directiva comunitaria 85/337 sobre dicha
materia mediante el RDL 1302/1986, que fue desarrollado mediante el RD
1131/1988, que aprobó el Reglamento para la ejecución de la norma legal
anterior. Posteriormente se aprueba en Andalucía la Ley 7/1994, de Protección
Ambiental, que regulaba la E.I.A, entre otras materias. En la Junta de
Andalucía éramos pocos los funcionarios formados y con la experiencia necesaria
en dicha materia.
Durante esos años, en el Departamento sometimos a
E.I.A. numerosos proyectos de presas y embalses (entre otras, la presa de Los
Melonares), actividades extractivas, repoblaciones forestales, infraestructuras
lineales (líneas eléctricas, carreteras, oleoductos, etcétera) y de otros tipos
(centros de tratamiento de residuos urbanos, plantas de transferencia de estos
residuos, puertos deportivos, etc.), actividades industriales y
agroindustriales, planeamientos urbanísticos municipales (P.G.O.U., Normas
Subsidiarias, revisiones y modificaciones de ambas figuras de planeamiento,
Planes Parciales), actividades turísticas y recreativas, y otras actuaciones.
Prácticamente, el 95 % de los proyectos sometidos a
E.I.A. se declaraban favorables tras los trámites oportunos, requiriendo
completar la documentación en muchos casos, dado que era deficiente. Los más
conflictivos eran los planes urbanísticos, por los consabidos intereses en
juego, y también, curiosamente, los promovidos por las Administraciones
Públicas, pues los Estudios de Impacto Ambiental no alcanzaban el rigor necesario.
Me refiero a carreteras, presas, explotaciones mineras... ¡Ni se imaginan las
presiones que sufríamos tanto Rafael como un servidor de los cargos públicos!
Para colmo, fui miembro cuatro años de la Ponencia Técnica de la Comisión
Provincial de Urbanismo de Sevilla, donde las tensiones eran de gran calado al
pasar por nuestras manos los planeamientos urbanísticos de los municipios de la
provincia, y participé en varias sesiones de la citada Comisión en sustitución
de los distintos Delegados de Medio Ambiente que pasaron por la Delegación. De
hecho, voté en contra del parecer de la mayoría de sus miembros (Delegados
Provinciales) en varias ocasiones, y a partir de entonces me etiquetaron como
funcionario “conflictivo” por defender la legalidad y el sentido común. Me
vetaron asistir tanto a la Ponencia como a la Comisión.
La citada Delegación de Medio Ambiente, en esas
mismas fechas de finales de 1994, tenía como titular a Jesús Nieto González,
del que no puedo expresar ni una palabra positiva, ni como político ni como
gestor ni como persona, todo lo contrario de sus antecesores. No es necesario
que les diga nada al respecto, pues si buscan ustedes en Internet, las
asociaciones ecologistas han publicado el parecer que tienen sobre su trabajo
como político.
Un poco antes de aquellas fechas, se creó el puesto
del Servicio de Área Técnica en la Delegación, jerárquicamente por encima de
los Departamentos existentes. Todos los que trabajábamos en la Delegación
creíamos que sería ocupado el puesto por Rafael, por su formación y dilatada
experiencia y conocimiento en las materias que había llevado en dicha
Delegación desde la creación de la Agencia de Medio Ambiente, tanto en
prevención como en calidad ambiental (residuos y contaminación de suelos, aguas
y aire). Pero como suele ocurrir en la Junta de Andalucía, dicho puesto se
concedió provisionalmente a José Antonio V.G., un funcionario recién ingresado
a la Función Pública que empezó ocupando un puesto de asesor (tres niveles por
debajo del que tenía consolidado Rafael), que no cumplía siquiera el requisito
de experiencia de tres años que se exigía para la ocupación del puesto del
Servicio.
Para los no entendidos en la materia, la ocupación
provisional “a dedo” en un determinado puesto se utiliza en la Junta para poder
ocuparlo más tarde definitivamente cuando se convoque públicamente, alegando la
experiencia adquirida previamente durante la ocupación provisional en dicho
puesto. Ya saben, “quien hace la ley hace la trampa”. Y fue lo que
ocurrió: José Antonio V.G. fue nombrado definitivamente al poco tiempo, en
1995, hasta que el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía anuló su
nombramiento ¡tres años después! por no cumplir los requisitos del puesto de
trabajo (Sentencia de 29 de junio de 1998; Recurso núm. 1124/1995).
Ya ven ustedes como en esos años también se cometían
en la Junta muchas ilegalidades. No es un tema novedoso para mí. De hecho, mi
lucha personal contra la corrupción política la inicié en esos años. En 1994,
presenté un recurso contra el concurso de méritos que se convocó en la Junta,
que afectaba a todos los funcionarios (Recurso núm. 1546/1994 DF).
Recurrí el acto de convocatoria por la vía de Derechos Fundamentales junto a
Rafael y otros dos funcionarios. Rafael falleció durante el procedimiento, y
los otros dos funcionarios se retiraron del recurso para evitarse problemas con
los políticos en la Administración. Me quedé como único recurrente. La Sección
Primera del TSJA lo suspendió cautelarmente, y luego lo anuló al año
siguiente mediante Sentencia de 8 de julio de 1995, por vulneración
de derechos fundamentales, condenando en costas a la Junta.
Permítanme que durante la narración efectúe saltos
en la línea cronológica de la historia, empleando la conocida técnica
cinematográfica y literaria del “flashback” o analepsis, adelantando y
retrasando en el tiempo la historia.
El 22 de marzo de 1995, el puesto de trabajo que
ocupaba mi amigo Rafael, el Departamento de Impacto Ambiental, que quedó
vacante tras su fallecimiento, se convocó públicamente para su ocupación
provisional por el Delegado Provincial, y pedimos la plaza 27
funcionarios. La plaza se convocó para ser ocupada por un conocido del
Delegado, el sr. A.J., que tenía la misma titulación que el Delegado -Perito
Industrial-, pero aunque lo propuso para la adjudicación, finalmente no le
autorizaron en su centro, por lo que el primero de la lista era un servidor,
por experiencia y méritos. Pero como yo estaba en la “lista negra”,
convencieron al Consejero para que dictara una Orden declararando
desierta la plaza (Orden de 6 de octubre de 1995). Obviamente, recurrí
la convocatoria, la Memoria del Delegado proponiendo al citado funcionario y
esta inadmisible decisión del Consejero. El TSJA de nuevo me dio la razón, y
anuló todos los actos mediante Sentencia de 1 de febrero de 1999 (Recurso
núm. 1639/1995), por incurrir en una clara desviación de poder.
Decía la sentencia que “efectivamente existía un candidato predeterminado al
puesto y que la Convocatoria era pura falacia para encubrir dicho nombramiento”.
Como ven ustedes, el contexto en aquellas fechas era
de mucha tensión y presiones, no sólo por los proyectos que sometíamos al
procedimiento de E.I.A., sino también por lo que paralelamente ocurría en las
parcelas de organización y recursos humanos, donde los enchufes ya estaban al
orden del día, que repercutían negativamente en la calidad de los trabajos. Eso
sí, en aquella época muy pocos funcionarios se atrevían a denunciar estos
abusos, porque había terror a las represalias. El Régimen socialista era muy
duro en aquella época.
Procedimiento
de E.I.A. del Proyecto de explotación minera “Los Frailes” (Aznalcóllar)
Volviendo al
tema central de la mina de Aznalcóllar, como se recoge en los distintos comunicados
que la asociación “Ecologistas en Acción” ha elaborado en los aniversarios de
la catástrofe, la Junta no ha aprendido nada del desastre de la balsa. No
tienen más que leer la prensa estos días para hacerse una idea de cómo la Junta
sigue cometiendo excesos, incluso a cara descubierta, con la nueva concesión
minera en Aznalcóllar. A continuación transcribiré parte del comunicado que
emitió en 2004 la citada asociación ecologista, 6 años después del vertido:
“Aznalcóllar seis años después: Seis años después
del mayor desastre ecológico ocurrido en Andalucía, en lo que respecta a
Aznalcóllar y su comarca, hay que concluir que la principal lección derivada de
aquel fatídico 25 de Abril no se ha aprendido y a día de hoy la política de
prevención ambiental sigue los mismos derroteros,…” (el subrayado es
mío).
Y tienen toda la
razón. En el mes de noviembre de 1994 (recién constituido el Gobierno
socialista en la Junta sin mayoría absoluta en el Parlamento andaluz, con el
Gobierno de Felipe González), llega al Departamento de Impacto Ambiental el
“Proyecto de Explotación del Yacimiento Los Frailes. Memoria, -Andaluza de
Piritas, boliden aprisa-", fechado en octubre de 1994, junto al Estudio de
Impacto Ambiental correspondiente a dicho Proyecto, y la Memoria Resumen, que
es el documento que debe presentarse para iniciar el procedimiento de E.I.A.
Idealmente, el Estudio de Impacto Ambiental no debe elaborarse hasta que se
inicie el procedimiento con la Memoria Resumen, y tras los trámites oportunos
de consulta a distintas entidades públicas y privadas, se traslade al promotor
del Proyecto los contenidos mínimos que debe incorporar el Estudio de Impacto
Ambiental, aportando las informaciones obtenidas en dichas consultas.
Al poco de ser
registrada la documentación, el Delegado nos dijo a Rafael y a un servidor que
el procedimiento había que iniciarlo urgentemente porque estaba en juego
subvenciones mil millonarias para la empresa promotora. Según la información
publicada en el diario ABC de Sevilla de 5/01/1994, la inversión presupuestada
para el proyecto de “Los Frailes” rondaba los 28.000 millones de pesetas, de
los que 6.000 millones (21,43%) corresponderían a subvenciones oficiales: un
11% incentivos regionales, un 5% subvenciones de la Dirección General de Minas
del Ministerio de Industria y un 4% de la Junta de Andalucía. En concreto, la
Comisión Delegada para Asuntos Económicos había aprobado el 21 de enero de 1994
una de las subvenciones de 2.982 millones de pesetas a Andaluza de Piritas,
S.A. (APIRSA), que convertido a euros corresponde a 17'96 M€ (del año 1994),
para una inversión prevista de 162,93 M€.
El Delegado nos
pidió que revisáramos urgentemente toda la documentación y elaborásemos ¡para
el día siguiente! un informe sobre el Proyecto y el Estudio de Impacto
Ambiental para que la empresa promotora fuera adecuando el Estudio de Impacto
Ambiental a lo exigible por la normativa, lo cual implicaba saltarse los
trámites legales, pues primero había que analizar la Memoria-Resumen del
Proyecto, subsanarla en su caso, y luego someterlo al trámite de consulta
(organismos implicados, asociaciones ecologistas, órganos internos, etc.).
Obviamente, la mina de Aznalcóllar no era una gravera, ni una cantera, que eran
las actividades que con más frecuencia se sometían al procedimiento de E.I.A.,
sino que tenía una complejidad enorme que necesitaba varios
días de lectura y estudio de la documentación, incluyendo todos los planos y,
como siempre hacíamos, una visita de inspección ocular. Y esa fue nuestra
respuesta al Delegado, Jesús Nieto. Éste, como era habitual en él, manifestó su
enfado y malestar insistiendo en ello (había órdenes desde más arriba para que
todo se tramitara urgente), advirtiéndonos que si no le obedecíamos, pagaríamos
las consecuencias. Era su forma de actuar con el personal que no decía
"sí" a todo, aunque fuera una barbaridad.
Tal como nos
advirtió el Delegado, el 23 de noviembre de 1994,
al incorporarnos al trabajo esa mañana, se nos trasladó la siguiente orden
verbal: desde ese momento quedaba desmantelado el Departamento de Impacto
Ambiental, dejando sin funciones a Rafael, asumiéndolas el funcionario que
ocupaba “a dedo” el puesto del Servicio de Área Técnica, y un servidor pasaba a
realizar otras funciones, en concreto las correspondientes a un puesto de
trabajo que estaba ocupado por otro funcionario en materia de contaminación
ambiental, y este funcionario, sin ninguna experiencia en materia de E.I.A. y
sin efectuar un cambio en la ocupación del puesto de trabajo que tenía
adjudicado, desempeñaría las funciones que yo llevaba realizando durante más de
cuatro años en el Departamento de Impacto Ambiental. Todo ello sin
explicación alguna.
En una empresa privada, estos cambios necesariamente
habría que justificarlos -reestructuración organizativa, bajos rendimientos,
etc.- para que no constituya acoso laboral, y les aseguro que los sindicatos
actuarían rápidamente. ¡En una Administración Pública es aún más necesaria la
explicación para que no constituya abuso de poder o arbitrariedad de los
políticos, pues el ordenamiento jurídico prohíbe este tipo de conductas sin
motivación, dado que el interés general prevalece sobre el particular!
En nuestro caso, ni la Junta de Personal ni los
sindicatos actuaron en defensa del atropello que se estaba cometiendo (UGT,
CCOO y CSIF…como para tener fe en estos tres sindicatos). Rafael, muy afectado
por esta injusta situación, intentó hacer razonar al Delegado de que esa
actuación era absolutamente ilegal por arbitraria, pero no quiso entrar en
razones. Por ello, le pidió al Director General de Calidad Ambiental de la
Consejería de Medio Ambiente, el sr. Tapias Granado, una entrevista urgente,
citando a Rafael no en su despacho, sino en un bar cercano a la Casa Rosa, sede
entonces de dicha Dirección General. Cuando volvió de la entrevista, Rafael se
encontraba aún peor, sobrecogido. Según me relató, el Director General no sólo
no apoyó a Rafael, sino que le “invitó” a que pidiera otro puesto en cualquier
Consejería de la Junta, que no lo quería volver a ver en la Consejería de Medio
Ambiente, a lo que Rafael le replicó que qué motivos tenía para ello, que le
gustaba el trabajo que desempeñaba, y que no iba a pedir ninguna plaza.
Mientras me narraba lo que habían hablado, le dio un
dolor fuerte en la espalda, y quedé preocupado. Le aconsejé que se fuera a
casa, y me pidió que no hiciera nada ni dijera nada a nadie, que ya lo
hablaríamos con tranquilidad para ver que hacíamos al respecto. Por la tarde,
Rafael ingresaba en el Hospital Virgen del Rocío, a través de urgencias, porque
el dolor fue a más. Al día siguiente, lo tuvieron que operar urgentemente,
porque la presión arterial le había subido tanto que se estaba reventando una
arteria junto al corazón. Fue una operación a vida o muerte. El médico que le
operó acababa de salir de una guardia de 24 horas, pero vio el tema tan
complicado que quiso quedarse para la operación. Duró muchas horas; hicieron lo
que pudieron. Tras la operación, ingresó en la UCI inconsciente.
Me encontraba en tal estado de "shock" por
todo lo ocurrido que todos los días me iba en horas de trabajo a la UCI a ver
como evolucionaba Rafael. Imagínense ustedes como sería el sentimiento de
culpabilidad de quienes urdieron -y participaron sin rechistar- de todo aquello
(Director General, Delegado Provincial, Secretario General de la Delegación,
Jefe de Servicio...), que nadie se atrevió a decirme nada por faltar muchas
horas durante varios días al trabajo. Sinceramente, mi desesperación era de tal
calibre anta tamaña injusticia, que en ese momento el trabajo era lo que menos
me importaba. De hecho, la tensión que yo sufrí en los meses previos y durante
estos días lo pagué luego con una ansiedad de tal calibre que el médico me tuvo
que dar una baja temporal durante unos días.
Como sería la calaña de estos personajes, que
durante esos días de baja me notificaron en mi casa (¡enviaron a un ordenanza!)
el inicio de un expediente disciplinario –formaba parte del acoso laboral al
que estaba sometido desde meses antes-, que tuvieron que archivarlo al
poco tiempo porque no existía ningún motivo para iniciarlo ante la falsedad de
lo que se relataba.
Rafael falleció tras permanecer en la UCI dos semanas
sin despertar del coma. Su mujer quedaba viuda, sus dos hijos pequeños
huérfanos de padre, y sus padres perdieron a su hijo mayor. El médico que lo
operó me confesó delante de su viuda que era evidente que Rafael había
fallecido por las presiones que había sufrido en el trabajo, pero que no podía
poner eso por escrito. ¿Qué razones tendría para no hacerlo? Nunca lo sabré.
Era tal la indignación que sentía por lo que había
ocurrido, que incluso tuve el valor de presentar un escrito en la Delegación el
28 de noviembre de 1994 solicitando una explicación sobre lo ocurrido, y ante
la ausencia de respuesta, tuve que reclamarlo de nuevo el 23 de junio de 1995.
El 6 de julio de 1995 me respondió la Consejería limitándose a recordar mi
deber de obediencia a mi superior jerárquico, y por supuesto sin contestar nada
sobre las razones del desmantelamiento del Departamento de Impacto Ambiental y
los cambios producidos, a todas luces ilegal.
Aunque también solicité verbalmente a José Antonio
V.G. una explicación de dichos cambios, éste se limitó a decirme que como era
el Jefe de Servicio -por cierto, recién nombrado de manera ilegal-, tenía que
obedecerle, y que si quería volver a realizar las funciones del Departamento de
Impacto Ambiental, tenía que “ganármelo”, es decir, para que ustedes lo
entiendan, realizar los informes a medida de lo que me dijera. Ya ven, todos de
la misma escuela. Y por cierto, este funcionario tiene problemas con la
justicia con un tema relacionado con una explotación minera en Morón de la Frontera, junto a otros funcionarios, debido a una querella presentada por una asociación ecologista (el titular del Juzgado de Instrucción de Sevilla nº 9 hadictado un Auto por el que se incoa Diligencias Previas por una querella presentada por Ecologistas en Acción, caso SIDEMOSA).
En aquella época no estaba tipificado como delito el
acoso laboral, que no fue considerado como tal hasta la reforma del
Código Penal introducida por la Ley 5/2010. Los funcionarios nos encontrábamos
sin defensa alguna, pues ante este tipo de situaciones, los compañeros temían
represalias por apoyar a los acosados -a mí me ocurrió más adelante con dos
compañeros, que ante el temor a las represalias, no quisieron testificar a mi
favor, y eso que sólo les pedí que dijeran la verdad-. En aquellos años, por
desgracia, se dudaba más del denunciante que de los denunciados, especialmente
si estos ocupaban altos cargos, y probar el acoso no era fácil cuando no tenías
el apoyo de nadie por el miedo.
La situación se tornó lóbrega, tanto que desde enero
de 1995, el Jefe del Servicio, José Antonio V.G. se negó a acusar recibo de mis
informes técnicos, lo cual puse en conocimiento del Delegado Provincial -por
supuesto, sin resultado alguno-, viéndome obligado desde ese momento a
presentar todos mis informes por el Registro Público de la Delegación
Provincial, con el fin de salvar posibles exigencias de responsabilidades. En
uno de ellos denuncié a José Antonio V.G y al Secretario General de la
Delegación por una posible negligencia en la actuación de ambos, sin que
recibiera respuesta alguna, por supuesto, salvo las actuaciones de acoso y
persecución que tuve que soportar durante años.
Entre otros "castigos", dejé de cobrar la
productividad que sí cobraban mis compañeros, a pesar de realizar tareas
similares. El acoso laboral al que fui sometido fue brutal, reconocido por mis
compañeros, que no se atrevían a decir nada. Como muestra del acoso, me
ubicaron en una sala enorme de la sede de la Delegación en Sevilla Este, que
estaba vacía, sin muebles, solo mi mesa y yo. La estrategia era que me viniera
abajo psicológicamente para que pidiera un traslado, como le dijeron a Rafael
que hiciera.
Aunque denuncié por escrito todo esto ante la
Inspección General de Servicios de la Junta (entonces en la Consejería de
Gobernación), no se investigó nada, y así quedó la cosa: el Régimen por encima
de todo. También lo puse en conocimiento del TSJA en algún recurso-contencioso,
aportando documentos que lo acreditaba, pero ni caso. La Justicia estaba sorda,
ciega y sin brazos.
El procedimiento de E.I.A. en manos de funcionarios
no expertos.
Como consecuencia de todas estas indeseables
actuaciones, el procedimiento de E.I.A. del Proyecto de Explotación de
"Los Frailes" fue desarrollado por funcionarios de la
Delegación que no tenían ninguna experiencia, ni la suficiente
formación. Si como les dije al principio, han observado ustedes la
información subida a la web sobre la Mina de Aznalcóllar, en el Portal
Andaluz de la Minería, en el apartado de "Documentos de
interés" no aparece el Estudio de Impacto Ambiental y sí el Proyecto de
Explotación. ¿Hay algo que ocultar?
En el Departamento de Impacto Ambiental, Rafael y un
servidor teníamos la costumbre de ser rigurosos con el análisis de alternativas
y con muchos de los apartados del Estudio de Impacto Ambiental. Como prueba de
ello, pueden ver la Declaración de Impacto Ambiental sobre la presa de Los
Melonares, publicada en el BOE núm. 281,
de 24 de noviembre de 1997, páginas 34498 a 34505, donde se refleja algunas de las
apreciaciones que hicimos en el Departamento de Impacto Ambiental (es decir,
Rafael y un servidor) a la documentación presentada, ante las deficiencias que
encontramos.
Casi con toda probabilidad, si en el año 1994
hubiéramos analizado Rafael y yo el Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto
de Explotación minera de “Los Frailes”, así como la Memoria de dicho Proyecto y
sus planos, y hubiéramos visitado la zona afectada, posiblemente hubiéramos
exigido un análisis muy exhaustivo de alternativas al uso de la balsa, por las
consecuencias que podía tener su rotura, y más existiendo denuncias previas
sobre filtraciones, pues ese síntoma era suficiente como para no arriesgarse.
¿Acaso se analizaron otras alternativas en el Estudio de Impacto
Ambiental para los residuos, o directamente, sin análisis alguno, se
decidió que fuera la balsa? Sólo lo podríamos saber si se publicase toda la
documentación del procedimiento de E.I.A. desde el principio, cuando Rafael y
yo tuvimos en el Departamento parte de dicha documentación, sin tener
posibilidad de leer una sola página por esa infortunada orden del entonces
Delegado Provincial, con la connivencia del Director General de Calidad
Ambiental y de los funcionarios involucrados (Secretario General de la
Delegación y Jefe de Servicio, entre otros). ¿Habría alguien más implicado?
Cuando se rompió la balsa en abril del año 1998,
todavía trabajaba un servidor en la Delegación. Durante esos días pude observar
como se llevaban de un sitio a otro el Proyecto, el Estudio de Impacto
Ambiental y el resto de documentación, montados en un carrito. Había mucho
nerviosismo, y caras de mucha preocupación.
No se donde ha acabado toda esa documentación, pero
si alguien tuviera interés en sacarla a la luz, tengo la plena seguridad de que
nos llevaríamos una sorpresa, y no agradable precisamente. Y si no hay
problemas con la documentación, publíquese mañana mismo en el Portal Andaluz de
la Minería, para que todos los expertos en la materia y la ciudadanía podamos
valorar el alcance o conexión que pudo tener dicho procedimiento de E.I.A. con
la catástrofe.
Como “premio” a esta actuación, Jesús Nieto González
fue nombrado posteriormente Director General de Prevención Ambiental en la
Consejería de Medio Ambiente (a la que volvería más adelante), y luego Director
General de Industria, Energía y Minas, llevándose con él a José Antonio V.G.
como Jefe de Servicio. Ya ven, ante las catástrofes, en la Junta se premia al
personal.
En esta etapa, Jesús Nieto ocupó un puesto en el
Consejo Rector de la Agencia IDEA, y por ello actualmente se encuentra imputado
por la Jueza Alaya en el caso de los ERE. ¡Cuantas vueltas da la vida!
Soy consciente de la enorme extensión de este
artículo, y eso que he prescindido de otros muchos pormenores; pero he creído
necesario narrar esta historia con el suficiente detalle para que ustedes
entiendan que el PSOE andaluz no puede gobernar ni un minuto más Andalucía. Yo
descubrí con esta experiencia – y otras posteriores-, que además de ser pésimos
gestores, la maldad humana existe.
No siempre hace falta un arma de fuego para llevar a
las personas a la muerte. Con una presión psicológica excesiva sobre una
persona –y si esta es débil, no hace falta ni que sea excesiva- puede
conseguirse lo mismo. Yo lo he vivido, y nadie podrá convencerme de lo
contrario. Murió Rafael, por defender el interés general y el
cumplimiento de la ley, que forma parte del juramento que hacemos los
funcionarios de carrera cuando ingresamos en la Función Pública.
Por todo ello, siempre recordaré a Rafael como un
mártir de este repugnante Régimen del PSOE andaluz, mi mártir, que espero sea
el último. Deseo que mis lágrimas –no he podido resistirme- sirvan para limpiar
tanto corazón viciado.
Un enorme y fortísimo abrazo, Rafael, estés donde
estés.
mi reconocimiento, luis, como gran servidor público que eres, y por la parte que me toca a mí, también como otro perjudicado del señor José Antonio V.G., al que yo tuve "el honor" de aguantar como tú... por cierto, todo eso me suena, este señor también se negaba a recibir mis informes, lo bueno que yo no los tuve que presentar por registro porque ya en mis tiempos existía la aplicación ECO y Portafirmas, que también me decía que yo me tenía que ganar el salario y mi puesto obtenido por concurso y hacer y firmar los informes como él quisiera, que me dejó a cero también la productividad, que también se jactaba de su impunidad por tener el apoyo del Alto Cargo "sociolisto" Jesús Nieto, que con sus asquiescencia me vino uno que iba de matón en la delegación para provocarme e incluso casi me agrede, etc. y por cierto, referido a la rotura de la balsa de aznalcollar el susodicho lo refería bastante, y decía que la culpa la habían tenido los técnicos de la delegación de entonces, entre los que te encontrarías tú y Rafael, diciendo algo así como que ¡no le habíais avisado porque no queríais tomar la responsabilidad! Aunque no aparezca la autoría de este comentario, ya sabes quien soy
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